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EPÍLOGO LIBRO "JSK. MEMORIAS DE KALLE Y TREN" (MARIO MEMOLA)

EPÍLOGO LIBRO "JSK. MEMORIAS DE KALLE Y TREN" (MARIO MEMOLA)

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“Epílogo”, pero no “Fin”, porque si hay una palabra que defina a Juantxo esa es “inquietud”. Ya me veo dentro de nada con otro embolao del tipo “eh, tío, he pensado que por qué no…” y a partir de ahí cualquier cosa puede suceder. Aún recuerdo la primera movida en la que me embarcó, el momento exacto en el que Juantxo, Peio y yo íbamos en el viejo Peugeot 205 de mi madre, cuando a la altura de la esquina de la calle Esquíroz con la avenida Sancho el Fuerte de Pamplona, como quien no quiere la cosa, me soltó aquello de “necesitamos un metal para la banda, ¿por qué no te animas?”. Creo que no tardé ni un segundo en responder, “bueno, siempre he tenido ganas de tocar el saxo”, y a mis veintimuchos años, sin haber estudiado música en mi vida ni haber visto ni de lejos un saxofón, me uní, o me unieron, a esa historia que se llamó Skalariak. Ni qué decir tiene que aquella irreflexiva decisión la tomé sobre todo gracias a ellos, que contagiaban su entusiasmo juvenil, que otros malgastaban en el fútbol, y que ellos volcaron con todo su descaro, y también su inocencia, en la música, sobre todo el ska.

Desligado por completo de todo aquello, lo revivo ahora como quien recuerda una película que vio hace muchos años, cuyas secuencias más impactantes se le quedaron grabadas, aunque otras cayeron para siempre en el olvido. Pero lo que no puedo olvidar es la sensación de haber hecho algo que trasciende a uno mismo, al haber influido de alguna manera, aunque sea en una pequeña medida, en las vivencias de gentes a las que no llegarás a conocer nunca. Y esa trascendencia también lo es en sentido temporal, porque se impone al propio tiempo, como una onda en el agua que va golpeando a distintas generaciones que en algún momento escucharon, escuchan o van a escuchar esas canciones. En aquellos inicios no éramos para nada conscientes de ello, pero hoy sentimos, o yo al menos lo siento, cierto orgullo por haber podido y sabido transmitir, unas veces mejor y otras peor, pero siempre desde la sinceridad, aquellos mensajes, aquella música que realmente nos emocionaba.

Volver la vista hacia ese lejano 1994 da un poco de vértigo, pero permite ver con perspectiva la trayectoria personal y profesional de Juantxo. Para mí es pasado, para él forma parte de su presente y de su futuro, de su evolución como persona y como músico, que nació hace 25 años como una lucha constante contra la quietud, superando barreras y obstáculos no solo externos, sino también de su propia personalidad. Quizás pueda sorprender a quien no lo conozca el hecho de que una persona que se dedica a exponerse en público ante miles de personas sea tímida, pero Juantxo lo es, aunque ha sabido sobreponerse a ello hasta el punto de que no llegue a notarse. Como cuenta en este libro, aún puedo ver a Juantxo en aquella primer etapa skalari en la que, como un ritual y justo antes de empezar cada concierto, vomitaba por el nudo en el estómago que le producía tener que salir al escenario y plantarse delante del público. Esa es una de las barreras que ha tenido que superar, otra es el miedo o, en su versión menos tremenda, la inseguridad, porque lanzarse a la aventura de vivir por y para la música, de poner toda la carne en el asador para apartar de sí mismo los convencionalismos que la sociedad nos impone y vivir de su propia imaginación, sin duda debe poner los pelos de punta y más conforme la juventud se nos va quedando atrás y la responsabilidad de contar con una familia se hace cada vez más presente. 

Mario Memola (1999)

Y es que, como dijo el Mario que más “me mola”, Mario Benedetti, “se retrocede con seguridad, pero se avanza a tientas”, y esa incertidumbre de no saber si lograrás tus propósitos, si tu disco gustará, si irá gente al concierto, si tal gira será un éxito o un estrepitoso fracaso, tiene que acojonar, pero sin duda te hace sentirte más vivo. Muchos no queremos pagar ese precio, pero Juantxo se lanza hacia delante a pesar de todo y de todos, incluso a pesar de sí mismo, con una idea fija en su mente, cocinar la próxima idea a poner en práctica.

¿Fin? Ni pensarlo, estad alerta, Juantxo Skalari no se rinde, ahora empiezan sus próximos 25, porque rudi not dead!

LIBRO "JSK. MEMORIAS DE KALLE Y TREN" (Edita TXALAPARTA)

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